Sobre religión, tradición espiritual y Bioenergética

El vínculo con lo trascendente es una experiencia inherente a lo humano, independientemente de la perspectiva que se tenga al respecto. Incluso el ateísmo, al negar la existencia de lo divino, se relaciona con esa dimensión trascendental de alguna manera. En la sociedad moderna, especialmente en occidente, la conexión con lo trascendente ha sido mayormente a través de la religión, que ha presentado normas y reglas, principalmente morales, como medio para alcanzar un destino celestial.

La religión ha proporcionado un marco ético y moral, guiando las acciones humanas en la creencia de que afectarán el destino después de la muerte. Sin embargo, este vínculo se ha basado en la fe, entendida como una creencia sin fundamento lógico o vital. Para la inmensa mayoría, la conexión con lo divino se pospone a la vida después de la muerte, a menos que se sea un místico que experimente vivencias trascendentales en vida.

En contraste, las tradiciones espirituales ofrecen una alternativa que va más allá de las restricciones morales y de fe. Estas tradiciones proponen un camino activo,  prácticas mentales y vitales que, cuando se realizan correctamente, permiten al individuo vivenciar su despertar espiritual y reconocerse como un ser trascendente en esta vida, más allá de las limitaciones espacio-temporales.

En nuestra propia historia, fue en la práctica psicocorporal de la bioenergética, que se empezaron a tener vivencias que requirieron de la visión tradicional para poder entenderlas, ubicarlas y así poder asimilarlas y hacerlas útiles e integrables a la cotidianidad. Fue muy curioso encontrarse con la trascendencia en las profundidades de lo corporal.

  La conexión entre lo corporal y lo espiritual desafió la dicotomía moderna entre cuerpo y espíritu, sugiriendo que la comprensión del proceso humano debe considerar ambos aspectos de manera integral.

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