Hoy quiero compartiros una introducción sobre las tradiciones espirituales. Las cuales, desde mi punto de vista, nos pueden aportar la vida, el sentido, el camino entre otras muchas cosas.
¿Cómo podríamos profundizar en comprender esto?
Todos tenemos un padre y una madre biológicos que nos han legado una genética que se expresa de forma evidente y visible en nuestros cuerpos, pero también, en nuestras dimensiones psíquicas como las emociones e ideas o memorias varias.
Este es nuestro punto de partida en esta vida.
Recoger ese legado, e ir más allá de él, nuestro propósito. Toda la ciencia psicológica nos ha regalado esta comprensión.
El rechazo, o desconexión de esta herencia nos debilita e incapacita en nuestro propio viaje.
De la misma forma, la tradición espiritual, viene a recordarnos que además, tenemos un padre y madre universal, que son la fuente de la vida misma, y que al igual que hemos hecho con nuestra ancestralidad humana, estamos invitados a hacer lo mismo con esta dimensión más íntima.
En esta dimensión más profunda, la espiritual, no es evidente, y esta es la misión de las tradiciones espirituales. Hacer evidente lo que no lo es.
¿Y cómo lo hacemos?
El verbo que mejor se adecua a éste proceso es el de RECORDAR. Las tradiciones te guían en ese proceso de recuerdo de nuestra naturaleza más primigenia y esencial y lo hacen a través de lo que llamo su CUERPO REAL, que está compuesto de unas enseñanzas y unas prácticas determinadas.
Si las incorporas el trabajo está hecho.
En este momento es cuando uno se da cuenta de que hay un infinito por hacer. Y que para esto estás aquí.
Es entonces que haces con la tradición lo mismo que hiciste con tus padres biológicos. Reconocer esta herencia. Y asumir la propia responsabilidad para ir más allá de lo que ya hay, y manifestar una vida única e irrepetible donde plasmar nuevas posibilidades nunca vistas en este mundo todavía.