EL ÁRBOL DE LA VIDA

El  árbol de la vida es el símbolo por excelencia de la cábala.

Conocerlo puede ser uno de los grandes regalos de tu vida. En él, por desvelar, los misterios más profundos de tí mismo.

Si le das permiso y te atreves, puede guiarte a  responder preguntas cómo: ¿Quién eres? ¿Qué propósito tiene tu existencia?  ¿Cómo se despliega la realidad? entre otras  muchas, variadas y significativas preguntas.

Y no te las va a responder de una forma filosófica, intelectual. Ni te va a ofrecer ningún código moral de comportamiento, sobre lo que es bueno o malo. Ni te va a dar ningún sucedáneo de vida con lo que pasar los años que dispones.  No te va a dar sistemas mentales  de ningún tipo para que te sientas protegido.

El símbolo te hace reflexionar, sentir, recordar, crear, jugar, y al menos para íi, me ha regalado el volver a recuperar la pregunta en mi vida. Preguntar, cuestionar, no quedarme con respuestas banales por el hecho de que muchas personas vivan acorde a ellas.  Por otro lado, que es solo a través de mi propia entrega a la vida, a ir más allá de lo conocido, que vienen las auténticas respuestas. Esto con el tiempo se convierte en una manera de vivir, donde el motor pasa a ser el conocer lo desconocido de mí mismo y la vida hasta este momento. 

Y cuando empiezas a andar la vida de esta manera, vas viendo que este desconocido es un infinito por conocer. 

Para dejar que el árbol de la vida te toque, te transforme, uno debe estar dispuesto a cambiar el paradigma vital de nuestra época. La búsqueda del hábito, la repetición de lo conocido, lo seguro, lo cómodo, como una manera de perpetuar una imagen fija de uno mismo y de la realidad. Esta es la forma que la cábala nombra como el fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal. Pero dejaremos esto para una próxima ocasión.

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